Aviso:
“QUIENES ESTAMOS CONSCIENTES DE LA GRAN OBRA DEL GOBIERNO MILITAR,
ANULAREMOS NUESTROS VOTOS EN LAS FUTURAS ELECCIONES (DE CONCEJALES),
EN DEMANDA DE LA LIBERTAD DE LOS SALVADORES DE CHILE ENCARCELADOS,
Y POR EL FIN DEL PREVARICADOR ACOSO JUDICIAL EXISTENTE EN CONTRA DE ELLOS”

jueves, 21 de abril de 2011

El hijo apitutado de la Presidenta Bachelet



En una entrevista aparecida en El Sabado de El Mercurio (17 de febrero de 2007), Sebastian Dávalos, el hijo de 28 años de la Presidenta Bachelet, demuestra como la Concertación ampara las peores prácticas de nepotismo.  Dávalos Bachelet dice:

"Lo que más me da lata asumir es que no se valoren las capacidades. La otra vez leí un artículo sobre las redes familiares en las contrataciones del Gobierno. Y en la foto principal aparecía yo. Entré a trabajar a la Cancillería antes de que asumiera este Gobierno. ¿Qué hago, entonces? ¿Qué opciones me quedan? ¿Renunciar? ¿Dedicarme al mundo privado? Y aunque así fuera, allí va a pasar lo mismo, van a decir que hay tráfico de influencias. No se miden las capacidades, sino que se dice que uno está aquí porque es 'hijo de"'.


Pues bien, let's set the record straight. Dávalos Bachelet obtuvo su título de administración pública y ciencia política en la Universidad Central (que no es una buena universidad en ciencia política). Fue un alumno mediocre en una universidad poco exigente. Y a diferencia de muchos que estudian en La Central por problemas de plata o porque fueron a colegios donde no tuvieron buena preparación para la PSU (PAA), Dávalos fue a la Central porque nunca fue demasiado estudioso. Comprensiblemente, Dávalos omite esos temas en su entrevista.


Dávalos Bachelet entró a DIRECON (la oficina de comercio internacional de Cancilleria) a hacer su práctica pagada en el año 2005 (250 mil pesos al mes, 500 dólares), cuando su madre era precandidata presidencial e iba primero en las encuestas. Por cierto, la mayoría de los alumnos de ciencia política del país no hacen prácticas donde reciben 250 mil pesos como pago. Es más, al menos una alumna de ciencia política de la Universidad Católica (excelentes notas) que hizo su práctica en DIRECON junto a Dávalos recibió pagos de 50 mil pesos al mes.  Dávalos quedó trabajando en DIRECON después de hacer su práctica unos pocos meses antes que su madre fuera presidenta.


Como profesor de ciencia política en la Universidad Diego Portales, puedo atestiguar con seriedad que Dávalos recibió un trato especial en DIRECON precisamente por ser hijo de la candidata presidencial de la Concertación. Si se hubiera llamado Sebastián Pérez González y no fuera hijo de nadie, jamás hubiera entrado a hacer la práctica en DIRECON y mucho menos estaría trabajando ahí ahora. En cambio, le pasaría lo mismo que a la mayoría de los titulados de administración pública y ciencia política de la Universidad Central. Pegas malas, cuando hay pega. Claro, hay excepciones, otros igualmente apitutados que Dávalos Bachelet. Pero vaya que resulta difícil demostrar las capacidades a la hora de conseguir pega para alguien que estudió en la Central debido a sus carencias económicas o a la deficiente educación primaria o secundaria.


Al dar entrevista a El Sábado, Dávalos se somete voluntariamente al escrutinio público. Ahora, que se aguante. Apitutado, intelectualmente mediocre y además haciendo declaraciones engañosas. Si a la burocracia pública entraran los mejores, por mérito y no por pituto, Davalos jamás hubiera entrado a DIRECON. Dávalos, el hijo de la presidenta que, cuando era candidata, prometió gobernar con los y las mejores (ella prometiendo, y su hijo conseguiendo pega por pituto).


Pato Navia
(P.D.  Y sería hora que El Mercurio se animara a usar la revista para preguntar cosas de verdad y no como un espacio de publireportaje).
Para ir a la entrevista de El Mercurio:
====================================

Sábado 17 de Febrero de 2007

SEBASTIÁN DÁVALOS, HIJO DE MICHELLE BACHELET 
Los costos del poder 

Masón, socialista y metalero, el cientista político ha sido un importante asesor en las negociaciones de libre comercio con los países asiáticos. A casi un año del gobierno de su madre, él hace su propio balance, revela sus planes de matrimonio y habla del duro aprendizaje que ha asumido por ser un bachelet.
Por Gazi Jalil F.

Si no fuera por el caos del transporte público, se diría que sopla un aire pueblerino en la capital. Santiago en febrero se transforma en una ciudad agradable, sin exceso de tráfico ni gente ni ruido ni malas caras.

Sebastián Dávalos (28 años, soltero) está sentado en un café del centro, el mismo en el que hace un par de años su madre, Michelle Bachelet, se juntó con Soledad Alvear cuando ambas eran precandidatas.

Las personas caminan alrededor sin apuro: nadie grita, nadie corre y no ha sido necesario esperar para conseguir una mesa en este local. Dávalos mira fijo, con cierta desconfianza. No le gustan los periodistas y casi nunca da entrevistas. Prefiere pasar inadvertido, no dar motivos para que alguien diga algo de él y vivir tranquilo, anónimo y feliz, sin que lo fotografíen en el estadio o en el recital de Shakira junto a su polola, ni que cuestionen que trabaje en la Dirección Económica de la Cancillería (Direcon).

Pide un express doble y saca una cajetilla de Phillips Morris.

–¿Qué tan pesado es ser hijo de la Presidenta?

–Depende mucho de la madurez que uno tenga cuando eso ocurra. A mí, por suerte, me tocó en un buen momento. Y lo que me faltaba por madurar, lo hice durante la campaña presidencial, que me curtió rápido para lo que iba a venir después. Fueron unas clases intensivas para poder afrontar esto.

Su oficina está a pocos metros de aquí, en el piso 11 de lo que fuera el lujoso Hotel Carrera, y por su escritorio han pasado los estudios para los Tratados de Libre Comercio con Japón, China, Tailandia, Vietnam y Malasia.

"Lo que más me da lata asumir es que no se valoren las capacidades. La otra vez leí un artículo sobre las redes familiares en las contrataciones del Gobierno. Y en la foto principal aparecía yo. Entré a trabajar a la Cancillería antes de que asumiera este Gobierno. ¿Qué hago, entonces? ¿Qué opciones me quedan? ¿Renunciar? ¿Dedicarme al mundo privado? Y aunque así fuera, allí va a pasar lo mismo, van a decir que hay tráfico de influencias. No se miden las capacidades, sino que se dice que uno está aquí porque es 'hijo de"'. Dávalos prefiere ni mencionar al diputado Nicolás Monckeberg, quien lo ha acusado de irregularidades en su práctica profesional en la cancillería.

Nacido en Leipzig, Alemania Oriental -mientras sus padres estaban en el exilio-, llegó a Chile con apenas ocho meses de vida. Estudió en un colegio de La Reina, y tuvo un breve paso por Ingeniería Comercial y Administración Pública antes de decidirse por Ciencias Políticas.

En 1985 sus padres se separaron y desde entonces vive con su madre. "A mi papá –dice- lo veo más o menos una vez a la semana. Él vive en Algarrobo, pero cuando viene a Santiago me llama, nos juntamos a almorzar, nos tomamos un café. Tengo buena relación con él".

Dávalos usa un aro en cada oreja: antes usaba siete en la izquierda y cinco en la derecha, tenía el pelo largo, se ponía chaquetas con nombres de grupos de rock metálico en la espalda e iba a recitales de Helloween, Iron Maiden y Rhapsody. "A mi abuela no le gustaban los aros y mi madre pensaba que eran temporales, una etapa de la vida. El 98 me los saqué casi todos, me corté el pelo y boté casi todas las poleras, porque estaban roñosas, pero las chaquetas las tengo guardadas".

Hasta hace poco viajaba regularmente a Asia para asesorar acuerdos comerciales y ahora tiene planes de casarse el próximo año e irse a estudiar Políticas Públicas y Organismos Internacionales a la Universidad de Georgetown, en Washington, la ciudad donde quiere formar su propia familia. Sin embargo, echa mano a una frase para explicar que, en verdad, no ha cambiado tanto como parece: "Un corazón metalero, es difícil que deje de serlo".

"voy a estar siempre en el ojo del huracán"

–Desde que su madre asumió como Presidenta, ¿con qué ha tenido que aprender a lidiar?

–Principalmente con una oposición poco constructiva, que no tiene asco ni empacho en atacar, provocar daño a la gente. Me toca a mí, a mis hermanas, a los hijos de los políticos. Independientemente de que el hijo de la ministra de Defensa (imputado por robo en un departamento) sea culpable o no, la derecha lo va a aportillar.

–Pero algo similar ha pasado con el hijo de María Angélica Cristi, acusado de supuesto tráfico de drogas...

–Hay una pequeña diferencia con la diputada: no veo que la Concertación se centre en ese tipo de cuestiones, como lo hace la oposición. A Lavín le dieron porque lo consideraban mal alcalde, pero nadie le dio porque su hijo tuvo un accidente de tránsito. En la derecha, en cambio, hacen mofa, se ríen. Cuando la Pancha (su hermana) chocó, Piñera dijo que ahora sus hijos podían chocar y que no les podían decir nada. No lo hemos conversado, pero creo que para ella tuvo que haber sido muy fuerte ese episodio, porque no esperaba toda la batahola que se armó a su alrededor.

"No hay un ataque a las ideas ni a las cuestiones de fondo –prosigue-. Pero he tenido que aprender a vivir con eso, a saber que voy a estar siempre en el ojo del huracán y que cualquier error que cometa va a ser portada. Y cuando eso ocurra va a aparecer un montón de políticos para aprovechar la oportunidad, no para atacarme directamente a mí, sino que a la Presidenta por ser una mala madre o qué se yo".

–¿Tiene asumido ese costo?

–Totalmente.

–Lo mismo le ocurrió al principio a Lagos Weber...

–Le debe haber pasado. Pero él llegó bastante mayor que yo al poder y tenía más diplomas bajo el brazo. Una vez, hablando de nepotismo en la tele, la senadora Matthei dijo que a Lagos Weber le pagaban muy poco para la calidad de profesional que era. Somos muy diferentes los dos, pero me gustaría que me pasara lo mismo que a él. Más allá de que él pueda tener un buen manejo o no, también pasa por cuánto lo atacan desde afuera. Yo podré ser de muy bajo perfil, pero si te quieren dar como bombo en fiesta, te dan.

–¿Cuál es la diferencia entre usted y Lagos Weber?

–Fue mi jefe en la Direcon. Él es un gran tecnócrata, en el buen sentido de la palabra, y está a kilómetros de distancia por encima mío. No es que lo admire, pero tengo claro que él tiene más años de experiencia. Yo recién estoy en un proceso de formación profesional. Es imposible compararse con él. Además, no quiero convertirme en un tecnócrata.

"No participo para nada en el PS"

Dávalos tiene sus lentes oscuros sobre su la cabeza. Explica que le tiene fobia a la luz y no sólo eso: es extremadamente sensible a los olores, así que evita lugares como el cine, "porque no soporto el olor a cabritas, me produce asco". También evita el mercado, algunos restaurantes sin extractores y no tiene un buen recuerdo de los países asiáticos menos desarrollados, dice. "Y debo subir a aviones más de lo que yo quisiera. Con el aire acondicionado se me reseca la nariz, paso congestionado todo el viaje, no puedo respirar. No disfruto para nada el trayecto, así que trato de concentrarme en libros, papeles que reviso y la película que dan. Intento dormir, pero no puedo".

Directo, de personalidad fuerte y, a veces, hasta aplastante, dice que le gusta Chile, pero no los chilenos. "Lo que más me desagrada es la actitud pesimista y chaquetera de la gente. Es un problema cultural arraigado que no nos permite ser un país más desarrollado. Me carga que todo lo encuentren malo. Por eso no somos felices".

"Otra cosa que me carga de los chilenos –insiste- es que les falta mundo. En los últimos años han podido salir más, conocer otras realidades, pero hace cinco o diez años les faltaba mucho mundo, incluso a los que habían viajado. Recuerdo haber pasado vergüenzas afuera con chilenos".

Dávalos practica kung fu, lee con devoción a Paul Auster y Tom Sharpe y está inscrito en el PS, aunque admite que su militancia es un dato sin importancia: "No participo para nada en el PS, no me interesa. En términos generales, no me gusta cómo funcionan los partidos en Chile, la ambición, la traición de valores, las peleas...".

–¿Cuál cree que ha sido el mejor gobierno de la Concertación?

–No voy a contar éste, que aún no lleva nada. Pero a mí me gustó mucho el de Ricardo Lagos.

–Muchos piensan que Michelle Bachelet está pagando los errores de Lagos...

–Puede ser, pero es algo que uno no puede tener claro. Creo que Lagos está pagando más platos rotos de los que debiera pagar, porque detrás hay otra cosa: hay un montón de partidos que tienen un miedo horrible de que él mantenga la misma imagen con la que salió del gobierno, porque eso quiere decir que él va a ser el próximo Presidente de Chile.

–¿Usted cree que Lagos debiera hablar y dar explicaciones?

–Pienso que si hablara, estaría legitimando todas las críticas que se están haciendo en torno a él, estaría reconociendo que tiene la culpa de algo.

"Hay cosas que ahora prefiero no hacer"

Es el único de su oficina que no está de vacaciones. Las va a tomar en invierno para viajar al hemisferio norte. Asegura que no le gusta Caburgua –"soy muy citadino, y eso de no tener electricidad me desespera un poco"– ni Cerro Castillo, porque "me incomoda la situación en la que uno está, en la que todo el mundo tenga que atenderte como si fueras un príncipe".

–Desde que Michelle Bachelet asumió en La Moneda, ¿hay tiempo para la convivencia familiar?

–Desde que es ministra que la vida familiar siempre ha sido más reducida. Ella ya tenía una agenda híper ocupada en Salud y en Defensa. Pero nos juntamos los fines de semana.

–Usted sigue viviendo con su madre. ¿Por qué?

–Me voy a cambiar luego, pero continúo allí por una cuestión netamente económica. En términos reales, no me conviene vivir solo y mantener una casa que no voy a ocupar, que iría únicamente a dormir.

Fuma harto y el señor de la traqueotomía que está en la cajetilla no le produce nada. "Había dejado de fumar en 2005 y volví durante la campaña presidencial por la ansiedad. Pero vuelvo a dejar el cigarro en marzo. Y si dejo de fumar, dejo de fumar".

–¿La gente ha cambiado hacia usted? ¿Hay otro trato por ser quién es?

–Quienes han estado alrededor mío hace años, siguen igual. Puede que estén un poco más preocupados, en el sentido que sienten que tienen que cuidarme. Donde cambia notoriamente es con los conocidos. Algunos conocidos se llenan la boca con uno, dicen que son amigos míos. Y también están los aprovechadores que buscan ventaja, que me mandan currículos o que me piden que los ayude con tal pega, como si yo tuviera mucha capacidad para decidir. Y si la tuviera, tampoco les haría el favor.

–¿Siente que ahora debe mantener un comportamiento distinto?

–Comportarme mejor, no. Pero trato de evitarme problemas y hay cosas que ahora prefiero no hacer. Por ejemplo, evito ir a las discotecas, porque no me haría ninguna gracia que me sacaran una foto al lado de un personaje farandulero y que inventaran una historia alrededor de eso. Es una cuestión de imagen que también he tenido que aprender.

"Tengo alma de milico"

Sebastián Dávalos no conoció a su abuelo, el general de la Fach Alberto Bachelet, detenido tras el golpe militar y fallecido de un infarto cardíaco en la Cárcel Pública en 1974. Pero, si se mira bien, Dávalos tiene mucho de él. "Creo ser una persona que transa muy poco con los valores de la equidad y la justicia. En todas las acciones que a mí me chocan y me parecen injustas, trato de actuar".

–¿Un justiciero?

–Me gustaría ser una especie de justiciero, pero no se puede –ríe–. Mira, me molesta mucho la gente que no respeta las leyes del tránsito. Si existiera una especie de policía civil que pudiera sacar partes, yo lo haría. Tengo alma de milico.

Esa última frase, "tengo alma de milico", la repetirá varias veces en esta entrevista. Lo hace, por ejemplo, cuando habla de su afición al paintball. Juega en Noviciado, su tropa se llama Vizcachas, su nombre de combate es Diezzel y luce varias heridas de guerra, que no son más que moretones producto de los impactos de las bolas de pintura en el cuerpo. "Siempre me ha gustado la cuestión militar", reconoce.

A diferencia de muchos de su generación con una historia similar a la suya, Dávalos no tiene problemas en reconocer que no guarda rencor contra el Ejército y que la muerte de Pinochet no le provocó ningún sentimiento de alegría.

"Me sorprendió. Nada más. Pero me habría gustado que no tocara en este gobierno –ríe–. Me acuerdo que ese día me llamó un periodista para preguntarme si había destapado champaña, ¡pero cómo se le ocurre que iba a hacer eso porque se muere alguien! Pinochet podría haber sido todo lo malvado que uno crea, pero no tanto como para desearle la muerte. Lo único que yo deseaba era justicia. Me dio lata que se muriera sin que haya sido juzgado, y eso habla muy mal de Chile".

Tal como en su tiempo lo fue el general Bachelet, Dávalos pertenece a la masonería: "En las cartas que dejó, mi abuelo pone muy claro el sentimiento familiar hacia la masonería. Pese a que lo expulsaron de allí, para él los valores de la logia estaban por sobre las personas que la conducían".

–¿Por qué ingresó?

–La decisión la tomé yo y a la primera persona que le informé fue a mi abuela. Mi mamá me preguntó si estaba seguro, y nada más. Ella me dijo que le parecía muy bien. Cuando me ofrecieron ingresar, no tenía idea, no me interesaba, pero en un momento descubrí que mi búsqueda de la verdad y del yo interior nunca se iba a saciar en el mundo común y corriente. Por más libros que leyera, no iba a encontrar la respuesta que estaba buscando. Y entonces pensé en la opción.








En el "Referente, el mundo según Pato Navia", el cientista político de la Universidad Diego Portales y de la Universidad de Nueva York las emprendió el sábado 17 de febrero contra el hijo de la Primera Mandataria, Sebastián Dávalos.

Bajo el título "El hijo apitutado de la Presidenta Bachelet", Patricio Navia reacciona airadamente ante las declaraciones hechas por el joven de 28 años a la Revista El Sábado.

Dávalos Bachelet -asegura Navia- obtuvo su título de Administración Pública y Ciencia Política en la Universidad Central. "Fue un alumno mediocre en una universidad poco exigente. Y a diferencia de muchos que estudian en la Central por problemas de plata o porque fueron a colegios donde no tuvieron buena preparación para la PSU (PAA), Dávalos fue a la Central porque nunca fue demasiado estudioso. Comprensiblemente, Dávalos omite esos temas en su entrevista".

El cientista político escribe que Dávalos entró a hacer la práctica a la Dirección Económica de la Cancillería (Direcon) en 2005 cuando su madre era precandidata presidencial, que obtuvo un sueldo de 250 mil pesos, en circunstancias que la mayoría de los estudiantes no reciben un pago similar (asegura que una excelente alumna de la UC que también hizo la práctica en la Direcon recibía sólo 50 mil pesos), y que luego quedó trabajando sólo meses antes de que su madre se convirtiera en Presidenta.

"Como profesor de Ciencia Política en la U. Diego Portales -agrega Navia-, puedo atestiguar con seriedad que Dávalos recibió un trato especial en la Direcon precisamente por ser hijo de la candidata presidencial de la Concertación. Si se hubiera llamado Sebastián Pérez González y no fuera hijo de nadie, jamás hubiera entrado a hacer la práctica en la Direcon y menos estaría trabajando ahí ahora".

El cientista político advierte que, al dar la entrevista, Dávalos Bachelet se sometió voluntariamente al escrutinio público. Por tanto, le exige que se aguante, antes de darle el sablazo final: "Apitutado, intelectualmente mediocre y además haciendo declaraciones engañosas. Si a la burocracia pública entraran los mejores, por mérito y no por pituto, Dávalos jamás hubiera entrado a la Direcon".

En el mismo blog, Navia se queja de que en la entrevista no se le formularan preguntas más duras al hijo de Bachelet.

Fuente

No hay comentarios:

Publicar un comentario